29/4/12

BUSCANDO UN SUEÑO:41º.- ¿Qué es un Vulturi?




Capítulo 41º: ¿Qué es un Vulturi?


BELLA

Apenas si teníamos tiempo para hacer las maletas y volver rápidamente a Chicago. Alice llamó de inmediato al aeropuerto, y consiguió cuatro asientos en un vuelo directo a Seattle, que salía en apenas dos horas, así que el tiempo era crucial.
Ya en el avión, me acomodé entre Edward y Alice, y poniendo la cara más convincente que pude, consciente de que de aquí no se podrían escapar, les pedí explicaciones de qué era lo que pasaba.

-Edd, ¿me puedes explicar lo que está pasando?
-Nada cari, simplemente volvemos a casa –estaba claro que él no iba a contármelo. Desde hacía tiempo lo notaba con una actitud sobreprotectora conmigo. Hasta el punto de no contarme nada de lo que pudiera pasar. Eso no se lo podía consentir, no ahora que sabía que algo grave pasaba. Si no, no habríamos dejado la cabaña tan precipitadamente, con lo bien que lo estábamos pasando los cuatro allí.
-Veo que tú no me lo vas a decir. Alice –me giré hacia ella, esperando una respuesta. Ella confiaba más en mí, y sé que no me ocultaría nada–, ¿me puedes decir qué es lo que pasa? ¿Quiénes son los Vulturis?

Ellos dos se miraron, cómplices. Había tensión en sus ojos, no estaban de acuerdo en lo de decirme lo que pasaba. A ella la veía con ganas de decírmelo; pero él, con su actitud protectora, la quería coartar para que no lo hiciera. Vi una oportunidad, ella quería contármelo, si la presionaba un poco lo haría, y justo cuando iba a abrir la boca nuevamente para llamar su atención, Edward habló.

26/4/12

BUSCANDO UN SUEÑO:40º.- Un nuevo tratado




Capítulo 40º: Un nuevo tratado


CARLISLE

Al terminar de hablar con Alice pude respirar tranquilo, siempre dentro de la amenaza que suponía una visita de Aro y compañía a Forks. Era evidente que ellos jamás aceptarían un tratado con los licántropos, y mucho menos que éstos mataran a uno de nuestra especie y salieran indemnes.
Era necesario que cuando se produjera dicha visita estuviéramos toda la familia juntos, así que me relajé cuando Alice me aseguró que venían para acá.
También era necesario advertir a los Quileute, deberían de saberlo y por lo menos poner tierra de por medio y salvaguardar a los niños y ancianos. En un hipotético caso de ataque de los Vulturis a la reserva, ésta sería masacrada sin contemplaciones. Un eventual ataque de Irina y Kate sí podrían haberlo ganado, con alguna baja. Pero uno contra los Vulturis, con todo el poder que ellos son capaces de desplegar, jamás lo ganarían.

Dejando a Esme y Emmet en casa, más tranquilos al decirle que en cuestión de horas Alice, Jasper, Edward y Bella estarían aquí, salí hacia el hospital. Allí podría encontrar la manera de ponerme en contacto con alguien de la reserva, pues yo no podía presentarme así como así en sus casas. Pero no hizo falta, al salir de nuestro territorio y entrar en zona neutral, en pleno bosque, un enorme lobo negro, flanqueado por cuatro más, me cortó el paso. Paré el coche en mitad del camino y sin tomar alguna precaución me bajé con intenciones de hablar con ellos. Enseguida me rodearon, tratando de intimidarme.

24/4/12

BUSCANDO UN SUEÑO:39º.- La visión




Capítulo 39º: La visión


EDWARD

Íbamos andando a paso humano, rodeando unas escarpadas colinas con el lago Michigan a los pies, hablando despreocupadamente de si Bella llegaría a ser realmente una inmortal como nosotros o no, cuando le llegó de repente. Los dos nos quedamos clavados en el suelo y Jasper, ajeno a aquella visión, avanzó unos cuantos pasos más. Él reconocía a la perfección los desencadenantes en Alice cuando tenía alguna visión, y al percatarse de que nos habíamos callado, y no lo seguíamos, se giró rápidamente hacia ella y le cogió la mano, como era costumbre en él cada vez que ella tenía una visión. La fui visualizando a la misma vez que ella. Entre brumas grisáceas se fue perfilando el recibidor de nuestra casa. Carlisle estaba allí en un primer plano, y ante s aterrada mirada, se presentaban ante él unas lúgubres figuras ataviadas con largas capas negras con capuchones, desde donde se podía ver resaltar el fulgor rojizo en sus ojos, el de los vampiros que se alimentan de la manera tradicional. Eran unas doce figuras, y entre ellas había un claro superior al que el resto obedecía ciegamente. Al descubrir su cabeza ante Carlisle, sin conocerlo de nada, supe quién era: Aro. Lo había visto miles de veces en los caóticos recuerdos de Carlisle el tiempo que convivió con ellos en Italia, siglos atrás. Era el más poderoso de los tres Vulturis, un exquisito y refinado vampiro de más de dos mil años, con el don de leer las mentes, no solo en el presente, sino también en el pasado, de todo aquel que tocara. Más allá de aquella docena de sombrías figuras, vi, tal vez protegidas por las mismas, a Irina y Kate, las hermanas de Tanya.

19/4/12

Ese amor que nos lleva



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BUSCANDO UN SUEÑO:38º.- Venganza




Capítulo 38: Venganza



CARLISLE


Sabía que tarde o temprano sus hermanas aparecerían por aquí. Pero lo que no esperaba era que fuera la propia Rosalie la que las pusiera al corriente de la suerte que había corrido Tanya.
Rosalie se encolerizó el día que Alice trajo a Bella a casa. Eso fue demasiado para ella. Según ella no solo habíamos dejado a la manada matar a Tanya, que para ella era como una hermana, sin tomar represalia alguna contra ellos; sino que la causante de todo era bien recibida en casa, con todos los honores, como si fuera un miembro más de la familia.
Despechada y sin que Emmet pudiera detenerla, escapó rápidamente a Denali a contarles a Irina y Kate lo que había pasado con su hermana. Pocos días después se presentaron las dos hermanas ante mí, pidiéndome explicaciones. Rosalie, después de pasar por Denali y para evitar estar aquí ante un eventual enfrentamiento con nosotros, decidió volar hasta Londres y esperar allí a que la tormenta amainara. Por lo menos tuvo la delicadeza de avisarnos de que venían hacia aquí. Exigió a Emmet reunirse con ella, pero él, por una vez, no cedió ante ella y permaneció en casa, a la espera de ver cómo se desarrollaban los hechos.
Si Alice y Edward hubiesen estado aquí, todo habría sido más fácil, pues habríamos podido saber a qué atenernos, y actuar a favor de todos. Pero ellos estaban en Chicago. No las vimos venir hasta que, un día antes de fin de año, las oímos llamarme a mí desde el exterior de la casa. Con esa sola actitud de no querer ser recibidas en el interior, comprendí que habría un enfrentamiento, y no podría evitarlo con el diálogo.

16/4/12

BUSCANDO UN SUEÑO:37º.- De igual a igual



Capítulo 37º: De igual a igual



EDWARD


-Quiero que me conviertas en una vampira, y poder estar a tu lado para siempre.

Mi cuerpo se tensó con ella entre mis brazos, y tuve que hacer un gran esfuerzo para no apretarla entre ellos demasiado y lastimarla.
No sabía lo que decía. Condenarse a esta vida sin vida, a esta mortal inmortalidad, eternamente vagando por la faz de la tierra, con el deseo de la sangre siempre presente en tu cabeza.
No. Decididamente no sabía lo que decía.

Nos quedamos en silencio, no se atrevió a decir nada más al ver la reacción de mi cuerpo que de sobra había notado. Su embriagador efluvio me envolvía, y mientras mi nariz se perdía en sus cabellos, mi mente osó divagar con esa idea que ella misma había puesto sobre la mesa. Bella inmortal a mi lado, de igual a igual, y para toda la eternidad. Ni tan siquiera me había parado a imaginármelo porque ella no se merecía esta condena. Pero eso, eso sería todo lo que yo pudiera querer para toda esa infinita eternidad que me aguardaba. A mí vinieron imágenes de mis hermanos y de mis padres, todos ellos ya emparejados, y disfrutando sin medidas ni control alguno de sus respectivos. Y yo, yo condenado a estar solo. Me había hecho a la idea de que ahora que la había recuperado totalmente, podríamos disfrutar del tiempo que a ella le quedara de vida. ¿Sesenta años tal vez? Ese sería también lo que me quedara a mí, pues mi existencia sin ella carecía totalmente de sentido, ya lo había comprobado hacía escasas horas.
Pero ahora, con esa terrorífica y a la vez tentadora idea sobre la mesa, todo un mundo de posibilidades se habría ante mí. Si ella realmente quisiera,… si fuera,… si la pudiera convertir, y ser los dos iguales, eso sería…
No podía ni imaginármelo.

15/4/12

El beso de la vida

Por si no lo sabíais, en el megaconcurso que se realizó en el Club de las escritoras, al que orgullosamente pertenezco, gané por sorteo esta novela de mi compi Raquel Otero, El beso de la vida.

Me llenó de dicha saberme la ganadora de este libro, y por tanto quiero agradecer desde aquí, tanto a Dulce por poner en marcha este concurso, como a Raquel por cederlo desinteresadamente para ello.

Y hace un par de días este ejemplar de dicha novela me llegó por correo. Junto con el libro Raquel me ha mandado unos marcapáginas muy bonitos, que me han gustado mucho. Muchas gracias por el detallito!!

En cuanto lo lea pienso hacer una reseña, pero desde que cayó en mis manos sé que es una bonita historia que me va a encantar, y sé que lo voy a disfrutar mucho.

11/4/12

BUSCANDO UN SUEÑO:36º.- Quiero ser como tú



Capítulo 36º: Quiero ser como tú

AVISO: ESTE CAPITULO CONTIENE ESCENAS DE SEXO EXPLÍCITO.
Abstente si eres menor de edad, o no te agradan este tipo de escenas. Gracias.




Aquí me ves,
rendida a tu vida de diez a diez,
sin telas ni juicios, si ningún porqué,
sintiéndome libre, sintiéndome tuya, y amándote.

Aquí me ves,
aunque liberada, soy tu rehén.
Seduces, encantas, qué puedo hacer,
de la encrucijada que tienes montada no escaparé.

Te abriré las puertas del alma de par en par,
dispuesta a hacer todo a tu voluntad,
dispuesta a hacer todo lo que te dé la gana,
qué me importa.

Toda, de arriba a abajo, toda, entera y tuya,
toda, aunque mi vida corra peligro, toda,
de frente y de repente, toda, desesperadamente toda,
haz todo lo que sueñas conmigo.

Aquí me ves, eres mi testigo, eres mi juez,
mi trampa, mi vicio y mi no sé qué,
sintiéndome fuerte, sintiéndome al filo y amándote.

Aquí me ves,
como hipnotizada, cabeza y pies,
un poco embrujada y pues yo qué sé,
perdida en la magia de tantas palabras creyéndote.

Te abriré las puertas del alma de par en par,
dispuesta a hacer todo a tu voluntad,
dispuesta a hacer todo lo que te dé la gana, qué me importa.

Toda, de arriba a abajo, toda, entera y tuya,
toda, aunque mi vida corra peligro, toda,
de frente y de repente, toda, desesperadamente toda,
haz todo lo que sueñas conmigo.

Con tus besos vuelo,
en tus brazos juro, me siento más mujer.
Contigo desde cero, adonde quieras llego,
enamorándome, y deseándote...

Toda, de arriba a abajo, toda, entera y tuya,
Toda, aunque mi vida corra peligro, toda,
de frente y de repente, toda, desesperadamente toda,
Haz todo lo que sueñas conmigo.*


BELLA

Me dolía todo el cuerpo, como si hubiera corrido una maratón, ida y vuelta. Mas la placentera sensación de plenitud que sentía por todo mi organismo, era única. Y era la que siempre me llenaba cada vez que estaba con Edward. Hacía ya mucho tiempo que esa plenitud no me llenaba, pero esa noche me colmaba por todo mí ser.
Después de caer rendida entre sus brazos, duros, fríos, pero acogedores y terriblemente familiares; me dormí arrullada por su respiración. Al despertar enseguida lo eché en falta, y asustada con una sensación de vacío intentando anidar en mi corazón, me incorporé en la cama, buscándolo por toda la habitación. Al girar la cabeza hacia la chimenea, donde oía el crepitar de la leña seca, lo vi. Su figura, recortada con las chispeantes llamas del fuego que ardía delante de él, me dejó sin aliento. Era el mismísimo David de Miguel ángel. Su blanca piel reflejaba los destellos anaranjados del fuego, contorneando cada músculo de su fibrado cuerpo. No recordaba que Edward tuviera una anatomía tan marcada, notándosele cada músculo, cada pliegue, cada tendón en sus piernas y brazos, en su espalda y en sus glúteos. Era la perfección hecha carne.

4/4/12

Murcia-Málaga-Promesas olvidadas-Murcia

Con mi maleta en la mano, la cámara de fotos digital en el bolsillo de la chaqueta, y una pequeña mochila con un libro, medio litro de agua, un zumo y dos bocatas (uno de lomo y otro de salami); el pasado 13 de marzo a las siete de la mañana salí de mi casa con destino a Málaga.

Era la primera vez ( y no será la única) que viajaba sola, tan lejos de mi sitio. Con más nervios que otra cosa, bajé en la estación de autobuses de Murcia, y tomando asiento en uno de los bancos con la maleta siempre a la vista, esperé a ese eurobus que me dejaría horas más tarde en mi destino: Málaga city.
El primer problema vino cuando tuve la imperiosa necesidad de ir al aseo, y con lo pequeños que son no podía entrar en ellos con la maleta. No me quedó más remedio que tomar al asalto el aseo para minusválidos. Esa es una de las grandes desventajas de viajar sola, no tienes a nadie de confianza que te vigile el equipaje.

El viaje fue mejor de lo que esperaba. No llevé compañero/a en el asiento de al lado, y eso es de agradecer, pues en el de vuelta no tuve la misma suerte.

Una vez que puse los pies en tierras malagueñas y rescaté mi maleta del bus, respiré profundamente la brisa marinera que, en la capital de la Costa del Sol, me daba la bienvenida. Ya estaba allí, a no sé cuántos cientos de km de mi casa, sola, libre. En una ciudad que no conocía, pero que había estudiado al milímetro a través del Google Maps. Y casi como por arte de magia, cargué mi maleta y tranquilamente me dirigí a mi hotel, moviéndome por aquellas tranquilas calles como si las conociera de toda la vida. Fue así también como llegué con soltura y confianza hasta la calle Calatrava, que era allí donde Iris Martinaya hacía su presentación pocas horas más tarde.
Pero volvamos al hotel, donde me he sentido muy a gusto. En una zona cercana a todo... menos a la casa de Iris. Un hotelito de dos estrellas, pero que a mí me encantó, barato, buena presencia y buena gente, y sobre todo wifi gratis (hay en esa maravillosa ciudad uno con gufi, ya sabemos qué fue del perro de Mikey,... está trabajando en un hotel de Málaga,...)


El encuentro con Iris (Eva) en la misma puerta de la Biblioteca, fue algo inolvidable. Como dos viejas amigas que hace la tira de años que no se ven. A pesar de que no nos conocíamos en persona, y por teléfono habíamos hablado la primera vez unas pocas horas antes; la calidez humana que desprende lo hizo todo la mar de natural. Me presentó a buena parte de su gran familia, entre ellos sus dos soles, Myriam y Juan; y amigas blogueras de allí. Ya con la hora justita, nos metimos dentro para empezar la presentación.



Fue sencillita, cortita, pero muy entrañable. Una de las anécdotas de la tarde fue con el boli con el que estuvo firmando los libros. Iris llevaba un bolsito muy mono... con unos tres bolígrafos mínimo dentro, que hasta se compró uno especial para ese momentazo. Pues justo cuando terminó de firmar, miró el boli y extrañada, empezó a preguntar, casi gritando a pleno pulmón, ¿De quién es este boli? ¡Este no es mi boli! (pronúnciese con el desenfadado y genuino acento malagueño que Eva domina a la perfección)... uno de sus hermanos se lo había prestado, y ella con el ímpetu del momento sencillamente lo cogió, y se puso a la faena con él.


 Le hice unas cuantas fotos que luego le pasé a ella. Y cuando todo terminó, me despedí de los Anaya, llevando en mi poder tres ejemplares de la estupenda novela que acababa de ver salir a la luz. Por las mismas calles que reconocía del Google Maps, desandé el camino guiando mis pasos hacia el hotel en la calle Canales, con la firme decisión de descansar, que falta me hacía.

Fue un día muy largo para mí, pero desde luego que mereció la pena.

El día siguiente fue también muy intenso, pues tuve el placer de compartirlo con Iris en un día cotidiano para ella. Guardaré este día como uno de los mejores en mi vida. Y sus recuerdos, permitidme que se queden para mí, así como las escasas fotos que nos hicimos juntas. Ya sabéis lo recelosa que soy con mi vida y los motivos que tengo para ello. Lo que sí os dejo es esta foto que le saqué a Eva con su hija Myriam, y los dos yorkys, los dueños y señores de su hogar, que campan a sus anchas por toda la casa, incluida mi chaqueta,...




 La verdad es que poco turismo pude hacer por la ciudad, pero sí sacamos algo de tiempo para pasear por el centro, y llegar hasta la catedral.

El tercer día, volvimos a reunirnos ya para la despedida, pues mi bus salía a la una de la tarde hacia Murcia. A pesar de todas las horas que compartimos, que hablamos, que reimos, que... en fin, que vivimos; nos quedaron muchas cosas por decir y comentar. Y como toda despedida, pues con un fuerte abrazo y algo de pena, me fui de Málaga con una de las mejores experiencias de mi vida. Y con la firme intención de volver algún día a pasear despreocupadamente y en buena compañía por sus calles, entre sus gentes, y con el corazón henchido de nuevas sensaciones.

Gracias, Eva, por dedicarme esas horas, y te advierto que la próxima vez que mi 44 se pose sobre tierras malagueñas, no te escapas del museo de Carmen Thyssen, la casa de Picasso, o el teatro romano.

Por cierto, en los próximos días os dejaré mi opinión sobre la novela, Promesas olvidadas. A quien le interese, le advierto que no la deje pasar, pues es..... ya lo veréis.

BUSCANDO UN SUEÑO:35º.- Enséñame a amarte


AVISO: ESTE CAPÍTULO CONTIENE ESCENAS DE SEXO EXPLÍCITO. 
Abstente si eres menor de edad, o no te agradan este tipo de escenas. Gracias.


Capítulo 35º: Enséñame a amarte

EDWARD

El suave contacto de seda, caliente, se extendía a lo largo del recorrido que las yemas de mis dedos iniciaron ascendentemente desde la piel de su abdomen. Su mano guiaba la mía con destreza, más era la mía la que supo propiciar esas delicadas caricias que la hacían estremecer de arriba abajo. Una continua corriente eléctrica se iba desatando con cada roce, haciéndome estremecer a mí también, colmándome de deseo. Cuando llegué al contorno de uno de sus pechos, soltó mi mano y me dejó hacer a mi antojo. Lo abarqué con avaricia, sintiendo su suave tacto, y sintiendo cómo su pezón reaccionaba ante mi mano y el frío contacto de mi piel. Gimió de placer cerca de mi oreja, pronunciando mi nombre con cada exhalación suya, haciéndome sonreír. Eso le gustaba, pasito a pasito me iba mostrando cómo poder darle placer, como tantas veces había soñado a su lado.
Su mano, que momentos antes había soltado la mía, la dirigió a mi nuca, y agarrándome del cabello, me atrajo hacia sí, haciéndome posar mis labios en su cuello. No sé si fue el monstruo, o el animal el que me llevó a besar y lamer con desesperación toda su piel; tan sensible, tan caliente, tan palpitante ante mis labios. Me puse frenético ante tal provocación, y muy a mi pesar, tuve que apartarme de su contacto por miedo a perder el control.

2/4/12

BUSCANDO UN SUEÑO:34º.- Juntos de nuevo





AVISO: Este capítulo contiene ciertas escenas con una carga erótica. 
Abstente si no te agradan este tipo de escenas. Gracias.



Capítulo 34º: Juntos de nuevo.


EDWARD



Mientras estuviera corriendo no estaría pensando. No podría entrar en mi mente todos los pensamientos y consecuencias de lo que acababa de hacer. No podría pensar en que estaba dejando atrás a lo que más amaba en el mundo. Estaba huyendo de Bella, lo único que daba sentido a mi existencia, fuera humano o no. Pero ya no lo era. Ahora tan solo era una inminente amenaza para su vida. Y lo último que quería era que ella sufriera algún daño por mi culpa. Poner kilómetros de por medio era lo mejor que podía hacer.

Y eso era lo que estaba haciendo.

Después de correr a toda la velocidad que mis piernas me permitían, sin rumbo fijo ni destino alguno. Sin importar si era de día o de noche. Haciendo caso omiso a las inclemencias del tiempo, pues poco me importaba que estuviera lloviendo o nevando, que hiciera un sol de justicia, o que un tornado se cruzase en mi camino. Subiendo y bajando montañas y valles, cruzando ríos sin importarme mojar mis ropas, autopistas y carreteras. Atravesando desiertos, campos sembrados, parajes solitarios, y ciudades y pueblos por donde pasaba como una simple e insignificante brisa. Como parte la nada que era, pues estaba muerto desde hacía más de dos años. Llegué a lo que creía que era el mar. Me senté en una playa solitaria, a lo lejos se divisaban varios complejos turísticos, hoteles, y playas acondicionadas para el baño. Los pertinentes olores que captaba me daban a entender que no era el mar. Era agua dulce, mas no se veía la otra orilla ni con mi desarrollada vista. No sabía cuánto tiempo había estado corriendo, siempre en línea recta hacia el este. Un rápido repaso a la geografía estadounidense me dio la pista de que tal vez estaba a las orillas del Lago Michigan. Me aproximé a aquellas playas desiertas, y pude averiguar que estaba en las proximidades de Milwaukee. Y que efectivamente, estaba a orillas del Michigan. Si bajaba hacia el sur me encontraría con mi ciudad natal. Aquella ciudad que vio crecer nuestro amor. Y que la vio a ella sufrir lo insufrible con mi ausencia.