Capítulo 42º: La espera
EDWARD
La
semana pasó rápidamente. Y cuando nos quisimos dar cuenta, los días soleados
que había mencionado Emmet se nos echaron encima. Al mezclarse la manada en el
asunto, Alice dejó de tener más visiones al respecto, así que intentar averiguar
qué día exactamente vendría Aro era dar palos de ciego.
Toda
la familia estaba tensa, incluida Bella, a pesar de no conocer el alcance del
peligro de dicha visita. Una de las reglas fundamentales que habíamos
quebrantado era la de que ningún humano podía saber de nuestra existencia. Y
ahí estaba ella, conviviendo en una casa aislada en plena montaña, con seis
vampiros. Y si no fuera por la situación, se diría que estaba feliz.
No
quise volver a la universidad. No quería alejarme de la familia, y menos con
ella a mi lado. La mansión de los Cullen estaba mejor equipada con las últimas
tecnologías y comodidades, que un hotel de lujo. Y esos días fueron muy
intensos para ella. No solo por el hecho de estar siempre a mi lado, sin
límites entre nosotros; si no por la estrecha relación que fue fraguando con el
resto de mi familia. Lo mismo podía ponerse a hablar con Carlisle de medicina,
que con Esme de arte, o de deportes con Emmet. La relación que tenía con Alice
y Jasper era ya a otro nivel. Ellos se consideraban como amigos de toda la
vida, sobre todo con Alice, que de odiarla en la facultad, había pasado a ser
su mejor amiga. Pronto Emmet la hizo víctima de sus bromas, pero ella, lejos de
molestarse, le salía al quite airosamente, poniéndolo en más de una ocasión en
evidencia. Bella encajaba a la perfección en la familia, y si no hubiera sido
por la amenaza que se cernía sobre nosotros, hubiera podido jurar que fueron de
los mejores días que pasamos juntos.
Por
las noches subíamos a mi cuarto para que pudiera descansar allí. Liada entre
varias mantas, las primeras noches se
abandonaba en mis brazos en el sofá de cuero negro que allí tenía. Para mí era
el mejor momento del día. Verla dormir entre mis brazos, a salvo, era lo que
realmente le daba a mi muerto corazón un poco
de calma. Ella lo era todo para mí, y tenerla así era como tener entre mis brazos mi vida. Me
pasaba las horas enteras en silencio observándola. Su característico olor,
mezclado con su efluvio, su ambrosía, siempre presente cuando estaba a mi lado,
y la esencia de su sangre; formaban un cóctel explosivo para mí, al que
simplemente era adicto. Al alba terminaba despertándola cuando ya no podía
aguantar más, y le daba los buenos días haciendo allí mismo el amor con ella. Mi
caro sofá de cuero negro solo nos duró dos asaltos. Mereció la pena.
Nos
habríamos pasado la eternidad así.
Carlisle
pidió en el hospital unos días libres, así que él tampoco se separó de la
familia.
Por
el contrario, Mia y Jacob pasaban casi a diario por aquí. Le traían comida de
humanos a Bella, e informaban a Carlisle de cualquier cambio o decisión que
hubiese tomado la reserva. Estaban al tanto de la visión de Alice, y del
probable día en el cual podrían presentarse los Vulturis. Una chica de la reserva
trabajaba en el servicio de información del Sea Tac, y estaba pendiente de
todos los vuelos procedentes de Italia. Ella era nuestra única oportunidad de
adelantarnos a la indeseable visita.
Al
tercer día soleado, a finales de la primera semana del año, el móvil de
Carlisle sonó, y al otro lado de la línea sonó estridente la voz del jefe de la
reserva, el padre de Jacob. No hizo falta que Carlisle pronunciara palabra
alguna. Toda la familia estaba a la espera de esa llamada. Una simple y clara
frase sonó a través del móvil, que todos en la casa la oímos salvo Bella, pues
sus oídos no están tan desarrollados como los nuestros.
-
Ya están aquí. Acaban de llegar directamente de Italia. La manada ya se dirige
hacia el sitio fijado.
El
mismo Billy colgó, sin dejar que Carlisle le contestara. Sencillamente no hacía
falta. Ya estábamos todos alrededor suyo, en su despacho, y sus ojos lo decían
todo. Debíamos trasladarnos rápidamente al claro a reunirnos con los lobos, e
intentar salvar nuestras vidas, o lo que fuera que teníamos en esta eterna
existencia. Mientras Carlisle se levantaba de su sillón, me aconsejaba
mentalmente que no dejara a Bella sola ni una décima de segundo, pasara lo que
pasara. Agarré fuertemente su mano en respuesta a ese consejo, y ante el amago
de sonrisa de Carlisle, me llegaron desde el bosque los pensamientos de la
traidora. ¿Qué hacía ella aquí? Ya todos la habían percibido, y Emmet salió a
su encuentro, con una rara mezcla en su cabeza y su corazón, de alegría y
rabia.
Ella
se paró a escasos metros del porche, donde él la esperaba ya, altivo. No iba a
ceder ante ella ni un milímetro. Por mucho que la amara, para él era muy
importante su familia, y era ella la que nos había traicionado a todos. Estaba
decidido a echarla de su lado, escupirle y maldecirla; a pesar de que en lo más
profundo de su ser, su corazón gritaba por correr a su lado, tocarla, besarla,
y abrazarla, demostrándole que la amaba. Pero su decisión era firme. Ella, en
cambio, era un manojo de nervios a pesar de la templanza que siempre
aparentaba, siendo una vampira. En su mente mostraba todo el arrepentimiento
que sentía, a sabiendas de que yo entonces mismo lo sabría. Posó primero sus
ojos en mí, quería que las explicaciones las diera yo por ella. Pero con un
leve gesto, le indiqué que no contara conmigo. No después de todo lo que había
hecho, todo porque yo quería estar con Bella y no con Tanya. Entonces dirigió
sus ojos hacia Emmet, llenos de culpa y arrepentimiento. No hizo falta que
empezara ella, él la instó, amenazadoramente mientras cruzaba los brazos sobre
su pecho, a la defensiva, pidiéndole explicaciones.
-
¿Qué diablos haces tú aquí? ¿Te han enviado los Vulturis de avanzadilla? –la
sorpresa se dibujó de inmediato en la mente de Rosalie, hasta Jasper lo pudo notar.
-
¿Los Vulturis? –preguntó, con la garganta repentinamente reseca.
-
¡No te hagas ahora la inocente! Todos sabemos que fuiste tú quien avisó a Irina
y Kate, y ellas ahora están en el aeropuerto en compañía de los Vulturis –Rosalie
cerró los ojos, consciente de todo lo que había desatado. Su familia iba a ser
masacrada por su culpa. Abrió los ojos para posarlos una vez más sobre Emmet, y
dio un paso hacia él, levantando una de sus manos a la espera de una de las de
él.
-
Emmet, yo…
-
¡No! –le gritó, furioso–. No nos vengas ahora con que no lo sabías. No te
creemos –me miró a mí, esperando que le confirmara que ella mentía. Pero no,
ella no sabía nada de los Vulturis. Con un gesto se lo confirmé.
-
Yo no podría haber adivinado que ellas llegarían tan lejos –desanduvo el paso
que había dado hacia él, bajando su mano, solitaria.
Jasper
se estremecía ante los sentimientos de ambos.
Ella
era todo arrepentimiento y culpa, y lo único que deseaba era que Emmet la
perdonara. Estaba dispuesta a arrojarse de forma suicida contra los Vulturis
para defender a su familia, y ante todo a él. A pesar de todo, el sentimiento
familiar que había desarrollado con todos nosotros, incluyéndome a mí que era
el miembro más reciente, era demasiado fuerte como para obviarlo de forma
permanente. Al verse sola sin el apoyo de Emmet, había decidido regresar y
afrontar las consecuencias de sus actos.
Emmet
en cambio era una hoya a presión a punto de explotar ante los sentimientos
encontrados que se debatían en su interior. La traición a la familia, a su
amor; frente a ese mismo amor que le profesaba incondicionalmente a Rosalie.
Permanecía estático ante ella, con los brazos aun cruzados sobre su pecho, sin
saber qué hacer. Jasper intervino al fin, creando un ambiente propicio para
ambos. Y un pequeño empujón que le dio Carlisle desde atrás, hizo que al fin el
gigantón se aproximara a ella, y como si fuera la rosa más delicada, y con más
espinas del rosal, la abrazara entre sus brazos. Ella, simplemente se dejó
hacer, y sabiendo que no lo merecía, apoyó la cabeza en el pecho del vampiro al
que amaba.
Habíamos
recuperado a nuestra Rosalie, la incondicional, la fuerte, la decidida, la
fiera indomable; que nos sería de gran ayuda en caso de tener que luchar.
El
momento duró unos segundos. Carlisle nos devolvió a la realidad. Teníamos una
cita cara a cara con la muerte en mitad de un claro del bosque.
El
abrazo entre ellos derivó en un más que apasionado beso, donde se lo dijeron
todo. Y justo antes de partir hacia el claro, Rosalie se acercó a nosotros. Conocía
perfectamente sus intenciones, pero eso no evitó que un sordo gruñido de mi
pecho, un claro aviso, saliera por mi garganta. Se quedó a unos pocos metros de
nosotros, y dirigiéndose por primera vez a Bella, se disculpó con ella.
-
Bella, sé que la culpable de todo esto he sido yo, y lo siento. Tendría que
haber hecho caso a Edward, y haberte dado una oportunidad. Si quieres, podemos empezar
aquí y ahora desde cero –se quedó a la expectativa, mirando de manera franca a
Bella, que intuyendo el peligro por mi reacción, se había pegado más a mí.
-
Vale –fue la única palabra que salió de su boca. No se fiaba del todo. Rosalie
le sonrió todo lo amable que pudo, y en su mente me hizo la firme promesa de
defenderla de cualquier cosa si yo no podía. Al fin había entendido que, a
pesar de ser una humana, y ser más bien una chica del montón, era la mujer a la
que yo amaba, y no la iba a cambiar por ninguna otra.
Invité
a Bella a subir a mi espalda, y salí corriendo hacia el claro. Por el camino me
di el último gusto de poder notar cómo sus pechos se rozaban con mi espalda, y
sus brazos y manos se enredaban en mi cuello. Su respiración en mi oído me
hacía volar más que correr por el bosque. Así, hubiera seguido corriendo
eternamente.
Emmet y Rosalie nos seguían. Podía oírlos
mientras él, corriendo agarrado de su mano, la puso al tanto de todo.
Allí
ya nos esperaban toda la familia, junto a una numerosa manada de enormes lobos
malolientes. Faltaba el invitado de honor, que no tardaría en hacer acto de
presencia.
-Demetri
–Carlisle nos habló a todos, intentado prever el modus operandi de los
Vulturis, él que tan bien los conocía–, los llevará primero a nuestra casa, y
desde allí seguirán mi rastro hasta aquí. A partir de ahí, podemos esperar
cualquier cosa.
1 comentario:
Muy buen capitulo te mando un beso y te me cuidas
Publicar un comentario